Investigadores de Universidad de Valladolid, han analizado en un estudio los efectos del ejercicio en altura, en concreto, las adaptaciones musculares y cardiacas que se producen, para determinar si es saludable el entrenamiento en hipoxia moderada –la disminución de la presión de oxígeno en sangre arterial que origina el trabajo en altura-.
El trabajo, encabezado por Alfredo Córdova, tiene su origen en el especial interés que tienen los deportistas, desde hace décadas, por las adaptaciones que se producen en el organismo en estancias prolongadas en altitud, ya que los procesos desencadenados en estas condiciones ambientales pueden ser beneficiosos tanto para la salud del individuo como para los resultados deportivos.
Pero, ¿el ejercicio en hipoxia moderada y sus efectos cardiacos y musculares pueden ser también saludables ante determinadas patologías? El trabajo de revisión realizado por estos científicos indica que sí.
El músculo posee una gran plasticidad que le confiere la capacidad de efectuar su función en muy diversas circunstancias de la manera más eficiente posible. “En la musculatura esquelética, y a las 6-8 semanas de exposición a hipoxia, se pueden observar modificaciones sobre estructurales”.
El estudio recoge que se producen cambios positivos en cuanto a la capacidad oxidativa del músculo y un aumento de la capilaridad. Si la exposición es subaguda, es decir, a altitud menor de 5.000 metros y de duración limitada, las mitocondrias pueden ser protegidas contra el estrés oxidativo. Por otro lado, se produce un aumento selectivo de la mioglobina (una hemoproteína encargada de almacenar oxígeno) en el musculo cardiaco, especialmente cuando los estudios abarcan periodos muy cortos (unas tres semanas).
Según sugieren los investigadores, el entrenamiento hipóxico “es beneficioso en condiciones clínicas tales como enfermedad de las arterias coronarias y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)”. Asimismo, la intervención hipóxica intermitente “puede inducir adaptaciones de los sistemas hematopoyético y hemodinámico, mejorando la capacidad aeróbica y la resistencia al estrés agudo, hipóxico o isquémico, en personas con o sin enfermedades cardiovasculares”.
Fuente: Cristina G. Pedraz /DICYT-NCYT