LA MUERTE ES UNA REALIZACION
La muerte tiene carácter de solemnidad, no solo porque abre ante nosotros ese misterio de lo desconocido, donde cada ser penetra solo, ni porque lleva hasta su último término la idea de nuestra fragilidad y de nuestra miseria, sino porque suspende todos los movimientos y da a todo lo que hemos hecho carácter decisivo e irreformable. Da a todos nuestros actos eterna gravedad al descubrirnos de golpe la imposibilidad de hacerles el mínimo retoque.
Prepararse para la muerte, es prepararse para la vida, no porque la verdadera vida deba rechazarse más allá de la muerte, sino porque el pensamiento de la muerte debe dar a todos los actos que vamos a hacer al liberarlos de la servidumbre del instante, una especie de inmóvil majestad, que los eleva hasta lo absoluto y nos obliga, por decirlo así, a contemplar por adelantado su significado puro. En cierta forma, hay que hacerlos entrar en la muerte para darles plenitud de la vida…
La idea de muerte, introduce nuestra vida en la eternidad. La muerte termina en vez de abolir. Por ella, la vida cesa de ser una espera y se convierte en una presencia realizada. Es vida que hasta entonces no tenía sentido para nosotros, viene a tomar un lugar en el universo como el cuadro que se separa por fin de la mano del pintor para tomar parte del patrimonio de la humanidad. Solo que en la muerte, el cuadro deja cada hombre y al cual ha consagrado su vida entera, es él mismo….
(La Conciencia de Sí. Louis Lavelle).
La muerte es un acontecimiento especial de la vida que no es fácil de comprender basándose en la experiencia de los demás y entenderla es una practica individual que se e relaciona con el modo de vida de la persona.
En muchos aspectos la muerte en la edad senil presenta una cualidad diferente a la muerte de un individuo joven; en la persona mayor tiene menos de tragedia, parece menos injusta que en la joven, donde las circunstancias de su muerte es probable que sean traumáticas, con familiares que esperan angustiados que el paciente pueda recuperarse. En cambio los individuos moribundos en la de senil han llegado a aceptar el hecho de que la vida es finita y aparece como algo natural.
La educación y las practicas medicas dedican su principal atención a la conservación de la vida, sin embargo esto no ha de ser un obstáculo para la sensibilidad del medico ante el enfermo terminal.
EL ANCIANO ANTE ELPROCESO DE MORIR
El anciano enfermo de un proceso agudo, crónico o accidental que le ha sumido en una situación crítica que indefectiblemente le va a llevar a la muerte en un plazo relativamente corto de tiempo.
Es importante tener en cuenta la que patología del anciano predetermina esencialmente las causas de su muerte, por lo tanto, atendiendo a la frecuencia de las enfermedades del anciano, se puede decir que indefectiblemente existen una serie de procesos morbosos que van a llevar con mayor frecuencia que otros a un estado de terminalidad, entre los cuales vamos a referirnos especialmente al psicológico.
En la vejez la agonía va precedida frecuentemente por inmovilidad, incontinencia y anormalidad mental. Según estudios realizados por Isaacs más del 40% de los individuos mayores de 65 años, en estado terminal, han presentado una o más de estas tres discapacidades y se prolongaron hasta el momento de la muerte.
Debido a la inmovilidad, el anciano terminal va a presentar dos problemas fundamentales que van a repercutir en un mayor sufrimiento de éste paciente: debido a la permanencia incorrecta aparecen contracturas , que harán que el humor del paciente no sea el mejor. Por otra parte, cualquier anciano que queda postrado, es candidato potencial a las úlceras de decúbito que también ayudaran a que el se vea cada vez más deteriorado.
En cuanto a la incontinencia, es uno de los principales y más frecuentes problemas en ancianos que están gravemente enfermos; en la mayoría de los casos, reside en la pérdida de inhibición del acto de la micción.
Si nos referimos al estado mental del anciano terminal, éste puede variar desde estado de delirio y confusión pasando por fases de agitación y depresión, teniendo en cuenta, desde luego, el grupo de procesos demenciales de instalación progresiva, demencia senil o arteriosclerótica.