ERRORES EN LA ALIMENTACIÓN DE LA TERCERA EDAD

Se considera que la población anciana constituye un grupo de riesgo para padecer malnutrición. Los ancianos tienden a cometer una serie de errores que tienen consecuencias negativas sobre su estado nutricional, como:

  • Dejar de cocinar: cansancio, falta de motivación, pérdida de apetito, problemas de movilidad… Muchas personas mayores sustituyen los guisos por picoteos que no les aportan ni el contenido calórico ni los nutrientes necesarios, y que también pueden provocar obesidad por contener un exceso de grasa o azúcar. Dejar de cenar por haber merendado café con leche y bollos, o no comer a mediodía porque ya se ha tomado un aperitivo a base de refrescos con patatas fritas, son hábitos muy poco saludables que pueden originar o agravar patologías como hipertensión, hipercolesterolemia o diabetes, entre otras.
  • Consumo excesivo de alimentos precocinados: es otra consecuencia de dejar de cocinar y, además, al tratarse de productos que se pueden conservar durante bastante tiempo en casa, se reduce el número de visitas al supermercado, lo que resulta cómodo para ancianos con movilidad reducida. Sin embargo, estos productos contienen muchos conservantes, sal, grasas y azúcares, que resultan perjudiciales cuando se consumen a menudo, y que pueden elevar los niveles de colesterol o de azúcar.
  • Eliminar de la dieta ciertos alimentos: es el caso de la carne, debido a los problemas que tienen para masticarla, o el pescado, por la dificultad de ver las espinas. Existen alternativas para facilitar su ingestión, como picar la carne para elaborar albóndigas o hamburguesas, elegir pescados con espinas fáciles de localizar y eliminar (atún, bonito, gallo, lenguado, merluza…), e incluir ambos alimentos en purés.

Es importante destacar que tareas sencillas y cotidianas como decidir el menú, ir a comprar los ingredientes y cocinar contribuyen a que las personas ejerciten la mente y se mantengan activas y en contacto con su entorno.

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