La muerte de una joven de 20 años que falleció por un cuadro de exitación psicomotriz tras haber consumido éxtasis en una fiesta electrónica en la localidad de Arroyo Seco, Santa Fe y la apertura de una investigación para confirmar si otro hombre de 34 años que también había asistido alfalleció por la misma causa volvió a poner en evidencia los efectos de esta droga. DocSalud.com habló con el licenciado Eduardo Lavorato, experto en adicciones, quien habló de los peligros de esta sustancia..
¿Qué es el éxtasis?
Se trata de una droga sintética elaborada en laboratorio, conocida en su forma original como MDMA. Fue usada por el ejército de los EEUU como prueba psicológica en los combates, y también se experimentó con ella como un medicamento psiquiátrico para “disminuir las inhibiciones”. Desde 1980, esta droga tiene poco de MDMA, y lo que hoy por hoy se conoce como “éxtasis” puede contener una amplia mezcla de sustancias como LSD, cocaína, anfetaminas y metanfetaminas. Forma parte del conjunto de sustancias de abuso consumidas con fines recreativos, son diseñadas y elaboradas en la clandestinidad, sin supervisión ni control sanitario. Las más importantes son derivadas de las anfetaminas y muchas de ellas hasta contienen veneno para ratas, cafeína y hasta sustancias para desparasitar, motivo por el cual nunca se sabe el daño real que puede generar, ni lo que realmente se está consumiendo a pesar de su “bonito” y hasta infantil diseño.
¿Qué aspecto tiene?
Por lo general, se presenta en forma de polvo cristalino, en comprimidos en forma de pastillas, y también puede inyectarse. El formato líquido está hecho de GHB, un depresor del sistema nervioso, que también se puede encontrar en productos para destapar caños, limpiadores para pisos, disolventes y desengrasantes. Las pastillas usualmente se presentan en diseños llamativos, infantiles y adolescentes, como marcas de autos, dibujos animados o caritas sonrientes. Se consume especialmente en discotecas y fiestas.
¿Qué efectos produce?
Los consumidores describen un “breve e intenso bienestar” acompañado de alteraciones perceptivas, que incluyen la sensación de incremento de la luminosidad de los objetos, el sonido y el supuesto aumento de la sensación del tacto. Los trastornos orgánicos ocasionados por su ingesta suelen ser considerados de alto riesgo. El cuerpo comienza a producir un calor excesivo que se agrava con los bailes prolongados en lugares calurosos y colmados de personas, como los boliches bailables, lo que genera riesgo de muerte por golpe de calor con deshidratación grave. Este hecho suele producirse cuando se pierde la conciencia de la fatiga corporal y del exceso de energía que el mismo requiere para contrarrestar los efectos del consumo. El cuerpo suele quedarse sin “resto” de energía para generar la homeostasis necesaria para su recuperación.
Otra alteración que provoca su consumo es el parkinsonismo (trastorno severo en el que se siente que se pierde el control de los movimientos del cuerpo). También puede generar arritmia cardiaca o hemorragias cerebrales potencialmente mortales.
Cuando se ingiere alcohol para atenuar la excitación producida por el éxtasis, y de esta manera poder seguir consumiendo, se producen reacciones muy peligrosas como desmayos, escalofríos e hinchazón del cuerpo, que puede devenir en tensión muscular y hasta causar un estado de coma y shock cardiovascular, que ocasiona la muerte.
Otro factor que incide en el riesgo de fallecimientos son los accidentes automovilísticos como consecuencia de la distorsión que sufren la atención y la concentración, y las alteraciones de la percepción visual de objetos y colores durante la noche, debido a que el éxtasis produce alucinaciones.
Un consumo sostenido genera, a largo plazo, daños cerebrales de larga duración que afectan al pensamiento, al reducir la capacidad de concentración y la memoria. La degeneración de las ramificaciones y terminaciones nerviosas es tan intensa que hasta puede desencadenar una psicosis crónica (locura).
Este nivel de deterioro afecta también a las áreas del cerebro que se ocupan del aprendizaje, ocasionando marcadas dificultades para aprender nuevos contenidos. Por otra parte, puede generar depresión, alteración en los estados de ánimo, ansiedad y variaciones del ciclo sueño-vigilia.