-Fernanda Rojas
Así es, comer ¡es delicioso! Todos hemos experimentado esto, sobre todo cuando realmente nos damos el tiempo de compartir, saborear y disfrutar intensamente la comida. Sin embargo, es un placer sobrevalorado y demasiado explotado en nuestra cultura. Es un excelente pretexto en cualquier situación: cuando estamos tristes…comemos, cuando estamos enojados…comemos, cuando estamos felices…¡celebramos con comida!, cuando estamos de ociosos…comemos, etc. Disfrutar de la comida no tiene nada de malo, en realidad para eso es, si sólo fuera para nutrirnos entonces sería más práctico beber insípidos licuados de vitaminas perfectamente equilibrados en todos sus nutrimentos. Pero no es así, por algo la comida tiene texturas, colores, sabores, variedades, aromas, etc.
El problema comienza cuando comemos en exceso. Todos sabemos (y sentimos) lo malo que es. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué esta auto-agresión? ¿Por qué seguimos haciéndolo si todos sabemos que afecta nuestra salud? Me parece impactante el hecho que las personas a nivel mundial mueran actualmente por padecimientos que uno solo se causa, ya sea por medio de la sobrealimentación o malos hábitos en general: fumar, tomar alcohol, drogas, etc. Sobre todo me llama la atención que los seres humanos muramos por enfermedades como Diabetes Mellitus, cirrosis, enfisemas y complicaciones cardiovasculares como infartos causados por alto colesterol, triglicéridos, alta presión, etc. No sé si se han dado cuenta, pero las principales causas de muerte en el mundo son auto-causadas. Es decir, ¡la gente no se muere, se mata!…¡qué duro!, pero qué real. Quisiera que comencemos por ubicar las situaciones en las que esto sucede. Los casos clásicos:
- El obrero que no soporta más su trabajo y opta por tomar grandes cantidades de alcohol.
- El adolescente que se droga porque no entiende qué pasa ni cómo funciona este mundo.
- La señora que opta por el chocolate y los pastelillos ante la ansiedad causada por mil y un razones.
- El empresario que fuma mucho ante las cargas tremendas de estrés que le presenta su trabajo.
- El niño ansioso que come en exceso por los problemas que vive en su casa.
Así podría mencionar infinidad de casos en los que hay una cosa en común: todos buscan un apapacho. Es decir, algo les molesta de lo que están viviendo y entonces optan por relajarse con “un pastelito” o “un cigarrito” o una “copita”. Sin embargo, estos son placeres que nos dañan. Las personas se dañan al incurrir en una actividad (comer, fumar, tomar) para manejar sus emociones, lo cual en psicología se llama “compulsión”, por eso cuando dejan de fumar, engordan, porque únicamente están cambiando de compulsión. ¿por qué caemos en estas compulsiones? Por falta de aceptación de lo que está pasando y falta de confianza en lo que va a pasar. Si la novia acepta que el novio la cortó (o que el mundo está lleno de posibilidades); si el obrero acepta su trabajo (o se compromete consigo mismo a mejorar para encontrar uno mejor); si el empresario acepta las situaciones por las que pasa (y aprende a escuchar su intuición para tomar mejores decisiones); si la señora acepta lo que le sucede (y desarrolla todo su potencial como ser humano)….entonces no incurriríamos en compulsiones. Uno sufre hasta que acepta y no se apega a las cosas.
Uno sufre hasta que desarrolla la confianza de que todo va a estar bien y hace su mejor esfuerzo para lograrlo. En general tendemos a pensar que todo es grave y urgente, y realmente pocas veces es así. Casi siempre no es grave lo que nos pasa en la vida diaria (hay veces que sí). Este texto comenzó señalando que la comida es un gran placer, ¡pero no es el único!. Realmente es un placer sobre valorado. Hay que aprender que hay un montón de placeres maravillosos en la vida que no sólo no nos dañan (como comer en exceso), sino que nos fortalecen. Por ejemplo: abrazos, aromas, comprarte una blusa nueva, decorar tu casa, dormir, escribir, rentar una buena película, ir al cine, una mascota, disfrutar la naturaleza, escuchar música, flores, hacer tu deporte favorito, ir a la estética, llorar, viajar, carcajearte, un baño largo (sauna, vapor, ruso), un baño de sol, masajes, sillas de masaje, un cobertor delicioso, un concierto, ir al teatro, ir a un museo, un día de campo, productos de belleza, parques, leer un buen libro, vacaciones, ver televisión, llamarle a un buen amigo, visitar algún lugar especial, etc.
Todos necesitamos apapachos, pero la cuestión es escoger los que nos fortalezcan y no los que nos dañen como comer en exceso, fumar, etc. Y para escoger los buenos se necesita mucho coraje. Comencemos a concientizar que nuestro cuerpo es el medio que hace posible que experimentemos la vida, el mundo. Te invito a que la próxima vez que necesites un apapacho, sea uno que te haga más fuerte.