Lactancia artificial
La lactancia artificial es la alimentación del lactante con leche artificial (preparados lácteos provenientes principalmente de la leche de vaca). La denominada “lactancia artificial” se inventó a finales del siglo XIX, aplicada a la alimentación de terneros y otros animales de granja, para dar salida a los excedentes de producción de leche de vaca, que era conservada en polvo y rehidratada posteriormente para su uso. Unos años después, por iniciativa de la empresa de Henri Nestlé, se inició su uso en humanos. Alcanzó su máxima popularidad en los años 1960. Posteriormente se ha disminuido su uso al demostrarse desventajas de este tipo de alimentación respecto a la lactancia materna. Hoy en día la lactancia artificial y la lactancia natural deben ser a demanda lo que significa que no existen relojes y el niño es quien decide cuando quiere comer. Lo habitual es que un niño, cuanto más pequeño es demande muy a menudo, especialmente durante las noches. El mito de que un niño debe comer cada tres horas durante diez minutos de ambos senos es infundada y arbitraria. La mayor parte de los niños no toman así. Aparte de la leche artificial de fórmula que suele usar el lactante, existen otros tipos de leches especiales para bebés con alergias alimenticias, en casos donde no se tolera las proteínas de la leche de vaca (cuya mejor solución sería la lactancia materna exclusiva). No existen intolerancias a las proteínas de la leche humana, excepto en niños con galactosemia, una enfermedad metabólica rara. Se calcula que aproximadamente unas cien sustancias que existen en la lactancia materna no han podido aún ser imitadas por los compuestos artificiales.
Una decisión personal Elegir entre la lactancia materna y la lactancia artificial es una de las primeras decisiones que tienen que tomar los padres en ciernes. La Academia Americana de Pediatría (AAP) coincide con organizaciones como la Asociación Médica Americana (American Medical Association, AMA), la Asociación Dietética Americana (American Dietetic Association, ADA) y la Organización Mundial de la salud (OMS) al recomendar la lactancia materna como mejor opción para alimentar a un bebé. La lactancia materna contribuye a la defensa contra las infecciones, a prevenir alergias y a proteger contra diversas afecciones crónicas. La AAP afirma que las madres deberían alimentar a sus bebés exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses. A partir de ese momento, la AAP anima a las madres a continuar con la lactancia materna por lo menos hasta los 12 meses y durante más tiempo si tanto la madre como el bebé así lo desean. Aunque los expertos consideran que la leche materna es la mejor opción nutricional para los bebés, la lactancia materna no siempre es posible. En muchos casos, la decisión de dar el pecho o el biberón al bebé se basa en criterios de comodidad y estilo de vida y en consideraciones médicas específicas. Para aquellas mujeres que no pueden amamantar a sus bebés o que deciden no hacerlo, las leches infantiles son una buena alternativa. Algunas mujeres se sienten culpables por no amamantar a sus bebés. Pero, si usted alimenta a su bebé con una leche artificial comercializada, podrá tener la seguridad de que las necesidades nutricionales del pequeño estarán colmadas. Y podrá establecer un vínculo emocional con su bebé igual de fuerte. Después de todo, independientemente de que lo alimente con leche materna o artificial, las tomas serán un momento de gran conexión e intimidad entre usted y su pequeño. La decisión de amamantar o dar el biberón a su bebé es una decisión muy personal. De todos modos, hay algunas consideraciones que tal vez quiera tener en cuenta antes de decidir qué es mejor para usted y para su recién nacido.