Los niños de esta etapa experimentan progresos en su crecimiento y desarrollo, así como en sus habilidades motrices y psicológicas.
Desarrollan las llamadas “manías”, períodos en los que rechazan alimentos que antes les gustaban, o prefieren en repetidas ocasiones un alimento en particular como parte de un patrón que se forma o se aprende en el proceso de independización en los primeros años de vida, como cuando aprenden a coger la taza y la cuchara por sí solos.
Es muy común escuchar madres que digan “mis hijos solo comen…” y les parezca algo normal que dejan desarrollar con el tiempo ya que piensan que la lucha por cambiar esta situación es infructuosa, pero los padres aún mantienen el control sobre los límites de los alimentos que se ofrecen, sin ser rígidos pueden ofrecer alternativas saludables como en vez de un vaso de gaseosa se puede dar un zumo de fruta en agua mineral, sustituir las rebanadas de pastel por pan de plátano con nueces, si desean un huevo frito, una porción de durazno bañado en yogurt natural sería la mejor opción le da el mismo aspecto y es mucho más saludable y delicioso, en fin depende de la creatividad e imaginación de los padres, si un día quieren más pues se les sirve más cantidad por lo contrario si al día siguiente quieren menos no se los debe forzar, son señales que se están preparando para el crecimiento puberal, tiene que ser una actividad independiente sin llegar a ofrecer recompensas ni castigos, los niños deben adaptar su sana alimentación como un hábito propio que desarrollan día a día.