En Argentina, la cultura alimentaria presenta una dualidad notable. Por un lado, se encuentran arraigadas tradiciones culinarias que, si bien representan una delicia para el paladar, también pueden ser consideradas como hábitos poco saludables. El icónico asado de los domingos, por ejemplo, se ha convertido en un ritual. Sin embargo, el consumo excesivo de carnes rojas y grasas saturadas, puede llevar a problemas de salud a largo plazo, como enfermedades cardíacas y obesidad.
Otro hábito arraigado en la cultura argentina es la picada con amigos, una práctica social muy extendida. Estas picadas suelen incluir una variedad de fiambres, embutidos y quesos, acompañados de pan y aderezos. Aunque esta experiencia gastronómica puede ser muy placentera y una excelente manera de socializar, el consumo excesivo de alimentos procesados y ricos en grasas saturadas puede tener efectos negativos en la salud, como el aumento del colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Por otro lado, en Argentina también hay un creciente interés en adoptar hábitos alimenticios más saludables. Cada vez más personas están optando por un enfoque de «cuidarse» o «hacer dieta» que se centra en una alimentación equilibrada y nutritiva. En lugar de priorizar el consumo de carnes grasas y productos procesados, muchos argentinos están optando por reducir la ingesta de hidratos de carbono refinados y aumentar el consumo de proteínas magras, como pescado, pollo y legumbres.
Este cambio hacia una alimentación más saludable se ve reflejado en la popularidad de dietas como la mediterránea o la basada en plantas, que enfatizan el consumo de alimentos frescos, frutas, verduras, granos enteros y grasas saludables como el aceite de oliva. Estas dietas no solo son beneficiosas para la salud cardiovascular y la pérdida de peso, sino que también pueden ayudar a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes y la enfermedad renal.