El desarrollo de la disbiosis del intestino es un consecuencia del daño renal y contribuye a la progresión de la ERC.
Cuando declina la función renal, el riñón pierde la habilidad de eliminar moléculas urémicas, induciendo una respuesta mal adaptativa en la que el colon apoya al riñón en la eliminación de solutos, liderando la excreción de urea, oxalatos y ácido úrico por la luz intestinal.
Esta acumulación de toxinas urémicas en intestino lidera severas consecuencias para la permeabilidad intestinal y el microambiente, afectando el pH del mismo y ejerciendo una fuerte presión selectiva de la microbiota, favoreciendo las bacterias ureasa y uricasa positivas.
El uso de matrices de fibra, mucho tiempo negadas en el manejo dietario de la ERC por su riqueza en potasio y fósforo, como las matrices del patrón mediterráneo y del patrón vegano, sevirían para modular estas toxinas con su potente carga prebiótica y nutraceutica.