La clasificación de la obesidad se realiza comúnmente mediante el índice de masa corporal (IMC), que es una medida que evalúa la relación entre el peso y la altura de una persona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) utiliza las siguientes categorías de IMC para clasificar la obesidad:
- Bajo Peso:
- IMC menor a 18.5 kg/m².
- Normal:
- IMC entre 18.5 y 24.9 kg/m².
- Sobrepeso:
- IMC entre 25 y 29.9 kg/m².
- Obesidad:
- Se subdivide en tres clases:
- Obesidad Clase I: IMC entre 30 y 34.9 kg/m².
- Obesidad Clase II: IMC entre 35 y 39.9 kg/m².
- Obesidad Clase III: IMC de 40 kg/m² o superior (también conocida como obesidad mórbida).
- Se subdivide en tres clases:
Esta clasificación proporciona una guía general, pero es importante señalar que el IMC tiene limitaciones. Por ejemplo, no tiene en cuenta la distribución de la grasa corporal, que puede variar entre las personas. Algunas personas con un IMC más alto pueden tener una proporción de grasa corporal menor, y viceversa.
Otras medidas y evaluaciones, como la circunferencia de la cintura, la relación cintura-cadera y la composición corporal, también pueden ser consideradas en conjunto con el IMC para obtener una evaluación más completa de la salud y el riesgo asociado con la obesidad.
Es importante destacar que la clasificación basada en el IMC es solo una herramienta inicial, y el diagnóstico y la gestión de la obesidad deben considerar otros factores, como la historia clínica, la presencia de enfermedades relacionadas, el estilo de vida y la respuesta individual al tratamiento. Siempre es recomendable buscar la orientación de un profesional de la salud para una evaluación precisa y un plan de gestión adecuado.