El tratamiento de la obesidad tiene varios objetivos clave que se centran en mejorar la salud general y reducir el riesgo de complicaciones asociadas con el exceso de peso.
Estos objetivos pueden variar según las necesidades específicas de cada paciente, pero algunos de los objetivos comunes incluyen:
Promoción de Hábitos Alimenticios Saludables: Fomentar la adopción de una dieta equilibrada y nutritiva, que incluya porciones adecuadas y evite alimentos altos en grasas saturadas, azúcares añadidos y sodio.
Pérdida de Peso Sostenible: Reducir el peso corporal de manera gradual y sostenible, generalmente a través de cambios en la dieta y el aumento de la actividad física.
Mejora de la Salud Cardiovascular: Reducir los factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial alta, el colesterol elevado y la resistencia a la insulina.
Incremento de la Actividad Física: Estimular la participación regular en actividades físicas para mejorar la salud cardiovascular, fortalecer los músculos y ayudar en la pérdida de peso.
Modificación del Comportamiento: Abordar los patrones de comportamiento relacionados con la alimentación, como comer emocionalmente o consumir alimentos en exceso, a través de técnicas de modificación de conducta.
Mejora de la Salud Mental: Abordar cualquier impacto negativo en la salud mental, como la ansiedad o la depresión, que pueda estar relacionado con la obesidad.
Prevención de Complicaciones Asociadas: Reducir el riesgo de desarrollar enfermedades asociadas con la obesidad, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, apnea del sueño y trastornos articulares.
Promoción de la Autoestima y la Confianza: Fomentar la autoaceptación y trabajar en la construcción de la autoestima y la confianza del paciente.
Mantenimiento del Peso: Desarrollar estrategias a largo plazo para mantener el peso perdido y prevenir la recuperación de peso.