La anorexia nerviosa conlleva importantes alteraciones metabólicas debido a la restricción extrema de la ingesta de alimentos y la consiguiente malnutrición. Estas alteraciones afectan diversos sistemas y procesos metabólicos en el cuerpo.
Algunas de las alteraciones metabólicas asociadas con la anorexia nerviosa incluyen:
Reducción del Metabolismo Basal:
El cuerpo responde a la falta de alimentos reduciendo su tasa metabólica basal, es decir, la cantidad de energía que se gasta en reposo. Esto es un mecanismo de supervivencia para conservar energía en situaciones de escasez alimentaria.
Pérdida de Masa Muscular:
La malnutrición conduce a la pérdida de masa muscular, ya que el cuerpo utiliza las proteínas musculares como fuente de energía. La pérdida de masa muscular contribuye a una disminución adicional en el metabolismo, ya que el tejido muscular es más metabólicamente activo que otras formas de tejido.
Alteraciones en los Niveles de Electrolitos:
La restricción severa de alimentos puede llevar a desequilibrios en los niveles de electrolitos como el sodio, el potasio y el calcio. Esto puede tener consecuencias graves para la función celular y el equilibrio hídrico.
Deterioro de la Función Cardíaca:
La anorexia nerviosa puede afectar la función cardíaca, ya que el corazón es un músculo y también se ve afectado por la pérdida de masa muscular. La bradicardia (ritmo cardíaco lento) es común en individuos con anorexia nerviosa.
Desregulación Hormonal:
La falta de nutrientes esenciales puede desregular las hormonas involucradas en la regulación metabólica, como la insulina, la leptina y la grelina. Esto puede contribuir a problemas como la resistencia a la insulina y la disminución de la sensación de saciedad.
Complicaciones en el Sistema Digestivo:
La anorexia nerviosa puede afectar la función del sistema digestivo, incluyendo la disminución de la producción de enzimas digestivas y la atrofia del revestimiento del intestino delgado.
Problemas con la Temperatura Corporal:
La falta de tejido graso aísla menos al cuerpo, lo que puede llevar a problemas para mantener una temperatura corporal adecuada. Esto aumenta el riesgo de hipotermia, especialmente en entornos fríos.