Reemplazar un alimento ultraprocesado por uno real implica hacer elecciones más saludables y nutritivas.
Aquí hay algunos consejos para lograrlo:
Conoce tus ingredientes: Lee las etiquetas de los alimentos y elige productos con ingredientes naturales y reconocibles. Evita alimentos con listas de ingredientes largas y con nombres difíciles de pronunciar.
Compra alimentos frescos: Opta por frutas, verduras, carnes magras, pescado, huevos y productos lácteos sin procesar en lugar de opciones envasadas y procesadas.
Cocina en casa: Prepara tus comidas en casa utilizando ingredientes frescos y naturales. Esto te permite tener control sobre lo que consumes.
Reduce el consumo de alimentos envasados: Limita la cantidad de alimentos envasados y procesados que compras. Prioriza alimentos frescos y enteros.
Elige granos enteros: Opta por granos enteros como arroz integral, quinua, avena y pan integral en lugar de productos con harina refinada.
Evita azúcares añadidos: Reduce el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares añadidos. Opta por fuentes naturales de dulzura, como frutas frescas.
Prefiere grasas saludables: Incorpora grasas saludables, como aguacates, frutos secos, semillas y aceite de oliva, en lugar de grasas saturadas y trans presentes en muchos productos ultraprocesados.
Bebe agua: Reemplaza las bebidas azucaradas y gaseosas por agua. Es una opción más saludable y te ayuda a mantenerte hidratado.
Planifica tus comidas: Planifica tus comidas con anticipación para evitar recurrir a opciones ultraprocesadas cuando tengas hambre y poco tiempo.
Hacer cambios graduales en tus hábitos alimenticios y centrarte en la incorporación de alimentos reales y nutritivos puede tener un impacto positivo en tu salud a largo plazo.