Dra. Raquel Piazza
Si hay una fruta milenaria, esa es la uva. Todas se destinan para la alimentación: las grandes se comen frescas o desecadas en la mesa y las pequeñas son utilizadas para la producción de vinos. Aquí nos ocuparemos de las propiedades que tienen para disminuir ciertas enfermedades cardiacas, prolongar la vida y reducir los depósitos de grasa. Poseen una amplia riqueza en nutrientes alojados en el hollejo, la pulpa y las semillas. Tienen azúcares, entre los que se destacan la glucosa y fructosa, además de vitaminas como las B6, E y C y el ácido fólico. Por otra parte, hasta cuentan con ínfimas concentraciones de hormona melatonina.
El mineral más abundante en la uva es el potasio mientras que el magnesio y el calcio se hallan en menores cantidades. Sin embargo hay otros compuestos aun más importantes por su valor biológico: los polifenoles, clasificados en flavonoides y no flavonoides. Entre las muchas funciones que cumplen se destacan su poder para frenar el proceso de envejecimiento celular también llamado antioxidante, acelerar el metabolismo de las grasas, en particular las que se acumulan en el hígado y ser antiinflamatoriios. Para entender la propiedad antioxidante de los fenoles es necesario explicar que dentro de las células ocurren múltiples y complejos procesos químicos que terminan con la formación de “radicales libres”, sustancias perjudiciales para el organismo e involucradas en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y procesos de envejecimiento. Los fenoles inhiben la formación de estas moléculas.
El resveratrol es el compuesto no flavanoide más conocido. Según publicaciones recientes, este componente del hollejo de la uva tendría la capacidad de activar ciertos genes relacionados con la longevidad. Por otro lado, se resaltan sus capacidades anticancerígenas y antiinflamatorias. Asimismo este nutriente actúa como protector frente al ataque de ciertos hongos que originan la llamada “podredumbre del racimo”. De las variedades de cepas, la Pinot Noir que da origen a los borgoñas es la que contiene est4e fito nutriente en mayor cantidad. Disminuir el depósito de grasa parece ser oficio del ácido gálico, cualidad que es mirada con atención por los científicos, en relación a los pacientes que tienen hígado graso como consecuencia del sobrepeso. Actuales trabajos en modelos animales demuestran una disminución de la grasa depositada en el hígado cuando se utilizó este fenol. Parecen inagotables las potencialidades de la uva. Los amantes del buen vino ponen atención a la presencia de los flavonoides como a la de los taninos, que confieren la sensación de sequedad y cuerpo a la bebida.
Asimismo, las antocianas son las que mayor poder antitrombótico guardan, lo que permite mayor fluidez de la sangre dentro de los vasos. Además son las que dan el color a las uvas negras y rojas. René Favaloro, prestigioso cirujano cardiovascular argentino, recomendó un vaso de vino tinto todos los días. Este consejo se apoya en que las uvas aportan moléculas antiinflamatorias que son aprovechadas por el sistema de vasos, especialmente en las enfermedades inflamatorias crónicas de grandes y pequeñas arterias. Pero tampoco se puede pecar de ingenuo y creer que con una copa de vino por día es suficiente para evitar enfermedades cardiovasculares como la coronariopatía y ateroesclerosis. Es simplemente un ayudante junto a la actividad física regular y una dieta balanceada. Para terminar, cómo no mencionar a la denominada “paradoja francesa” que alude a que la alimentanción en Francia contiene una alta concentración de grasas productoras de enfermedades cardiovasculares, pero sin embargo la incidencia de estas patologías es menor a la de otras pobla