Por Miguel Cetina Medina
Alrededor del mundo se calcula que existen más de 35 millones de personas infectadas con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Actualmente existe una vasta información con respecto a la prevención y tratamiento de esta enfermedad, y el papel de la nutrición del paciente ha sido considerado como un pilar fundamental dentro del tratamiento integral de esta afección. El VIH es un condicionante del estado nutricional de las personas infectadas, el cual desencadena deficiencias tanto de macro- como de micro- nutrimentos, lo cual acelera el desarrollo de la inmunodeficiencia y la aparición de enfermedades infecciosas oportunistas. Todo esto conlleva a un estado hipermetabólico, en el cual se requiere más energía para trabajar correctamente, asociado a la dificultad y disminución en la ingesta de nutrientes y pérdidas aumentadas, por una frecuente diarrea y/o vómitos, los cuales suelen ser persistentes en los pacientes con VIH/SIDA, lo que da lugar a un estado de emaciación. Es por lo anterior que toda persona que se encuentre con VIH, aún sin haber desarrollado el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), tienen un deterioro del estado nutricional con una elevada prevalencia de desnutrición, lo cual condiciona una situación clínica de más cuidado, así como un pronóstico menos favorable en relación con la morbimortalidad. El tener, mantener y vigilar un estado adecuado de nutrición es un punto fundamental para la supervivencia del paciente con VIH/SIDA, ya que mientras mejor se encuentre el estado de nutrición del afectado, más preparado se encontrará el mismo para enfrentar todas las posibles condiciones adversas por las que pueda llegar a pasar. No dude en visitar a un profesional de la nutrición para que este le ayude a mantener un adecuado estado de nutrición, brindándole la cantidad y calidad adecuada de nutrimentos que requiere su organismo, mejorando así su calidad de vida.
